Es sin duda, la suma total de espátulas censadas en su “salto”
hacia África desde la playa de La
Barrosa y cabo Roche, la cifra más deseada. Y la que más se ancla
en la memoria de la “cultura general ornitológica” de todos los que sentimos
interés por ella. Porque si bien, aún solo atesoramos una serie histórica de
tres años (desde el descubrimiento del corredor migratorio en 2012), ya
empezamos a vislumbrar la importancia que este estudio puede tener para evidenciar los cambios de tendencia poblacional de la espátula.
Durante la campaña de 2014 hemos contado 11500 espátulas camino de sus lugares de invernada en África. Y si
comparamos la cifra con el resultado de 2013, con una temporada de cría “casi
normal” en Andalucía, la pasada de 2014, con un bajo éxito reproductor, se
parece numéricamente mucho a la de 2012, caracterizada por una sequía.
En cambio, a lo largo de estos tres años, el decisivo núcleo
reproductor de los Países Bajos ha sumando efectivos a la población europea de
manera constante. Quizás de ahí, y pese a lo expuesto (un bajo éxito
reproductor en 2014), hallamos superado la cifra de 2012.
Un apunte rápido más. Es un secreto a voces, y tema cada vez más
presente en los “mentideros espatuleros”, que estamos desde hace más de una década en una
regresión poblacional de la espátula en Andalucía (blog 20 octubre 2014). La especie se expande
colonialmente a nuevos territorios, pero eso no enjuga una pérdida de efectivos
totales. Eso sí, cada vez más, y a tenor de la miríada de nuevas pequeñas
colonias del interior peninsular, está haciendo honor a su nombre vernáculo
medieval: Las averramias (blog 18 septiembre 2013).
Ya en su día, especulamos, y seguimos en ello, como la
colonización costera, pudo ser una “huída” hacia estas
periferias ante la pérdida o la presión humana en los sotos que le servían de
sustrato en el interior peninsular, y de una posible transmisión cultural de
los individuos procedentes de colonias holandesas, que como sabemos, se integran
en la población.
En cualquier caso, tres años de estudio ya, que nos han permitido
observar casi 37.000 espátulas en migración. Poco a poco nos acercamos a esa
mínima serie de 5 años anhelada por nosotros. El mínimo tiempo para empezar a
creernos saber algo de “la última gran migración de Europa”.
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