jueves, 6 de agosto de 2015

Crónica diaria de una compañera

por Alejandro Díaz Pinto
El Castillo de San Fernando: Noticias de La Isla


La colaboradora isleña del proyecto ‘Limes Platalea’ cuenta las emociones vividas durante su primer día de avistamiento.
Busca el cuaderno de campo pero no lo encuentra. El día de ayer fue emocionante, aunque también agotador. Toda la mañana observando desde la torre, en la Loma del Puerco, ¿dónde estará? Al final aparece como por arte de magia, en su chaleco de aventura, el mismo que viste siempre que se casa con la naturaleza.

Rocío Palacio, voluntaria isleña del proyecto Limes Platalea e histórica del Parque Natural Bahía de Cádiz, amante del entorno que le rodea, vivió ayer el primer día en la nueva campaña de avistamiento, de este interesante proyecto que se centra en la investigación, en la reivindicación de la espátula como ave símbolo de la Bahía. Una especie cuyo salto intercontinental hacia África -concretamente a las zonas de Mauritania y Senegal- ha sido misterio por resolver durante casi un siglo, años en los que ha llegado incluso, a estar en peligro de extinción.

Hace cuatro años, los especialistas Javier Ruiz y Paco Hortas iniciaron un proyecto para arrojar luz sobre el tema, ya que existían indicios de que ésta, la zona del Parque Natural de la Bahía, podía ser el corredor migratorio empleado por la espátula para llegar al continente africano, y así fue. Desde entonces inician, cada verano, su campaña de documentación desde zonas estratégicas donde voluntarios observan con sus prismáticos y toman nota de cualquier bando que atraviese el espacio comprendido entre La Barrosa y Cabo Roche.



Tanto Rocío como Lucas Pérez -su compañero durante el día de ayer- llegaron al punto de encuentro hacia las 8:00 de la mañana. Ambos son veteranos, con experiencia, por lo que en primer lugar analizaron los parámetros de viento, cobertura de nubes… para apuntarlo correctamente en fichas diseñadas a tal efecto. Había que establecer el grado de visibilidad. Ya con los prismáticos en la mano tuvieron la suerte de sorprender a un bando a las 9:34 horas, procedente de la Bahía, “presentaba la particularidad de ser mixto, es decir, formado por otra especie además de la espátula”, explica Rocío. Se refiere a los ‘moritos’, aves de color oscuro que junto a las anteriores daban la sensación de ver “un dominó en el cielo”, como apuntó Lucas durante dicho avistamiento.

Luego se separaron unos de otros. Las espátulas pasaron cerca de la torre, con la luna decreciendo pero aún inmensa, ofreciendo un espectáculo único a estos voluntarios que desde primera hora supieron el gran día que les esperaba. Más tarde otro bando, esta vez de 21 ejemplares, pero la experiencia no quedó ahí, porque también la fauna marina quiso tener su momento de gloria. En efecto, hacia las 11:30 horas un conjunto de aletas hacían su aparición frente al Castillo de Sancti Petri; parecían cetáceos, ¡nada menos que delfines mulares! “Al principio -afirma- pensamos que se trataba de individuos dispersos pero pronto nos cercioramos de que formaban toda una manada”. Algunos, los adultos, saltaban de cuerpo entero. Las crías, en cambio, sólo mostraban sus aletas, y poco a poco se acercaban a la costa, justo tras la zona de baño.

“¿Cómo es posible que los bañistas no se dieran cuenta del espectáculo, con la playa llena?” se pregunta Rocío, quien recuerda a un solo niño señalar con el dedo. “Es una pena que la gente pague por bañarse con delfines en cautividad y, en cambio, se pierdan este regalo que la naturaleza ofrece gratis”.

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