Os enlazamos un articulo publicado en el Diario de Cádiz el día 2 de septiembre de 2018 por Juan Carlos Rodríguez titulado:
"Mirad, ¡las espátulas¡ (Clicar para enlazar con articulo en el periódico)
En la terraza de Casa Adolfo,
alguien gritó: "Mirad, ¡las espátulas!". Y, sí, ahí mismo, sobrevolando a
muy baja altura, cruzaba un bando de cuarenta, cincuenta espátulas
hacia La Barrosa. Iban en formación, en flecha, siguiendo el trazado
mismo de la carretera de la playa, bordeando la marisma.
Esta es solo una de las vías de vuelo que la espátula
común siguen para cruzar Chiclana en dirección a la playa, en donde,
después de volar unos cuantos kilómetros frente a la misma orilla de La
Barrosa, darán el salto a África en dirección al cabo Espartel. Hay
bandos que siguen el mismo trazado del caño Sancti Petri, otros -muy
pocos- que de repente viran y prefieren el curso del río Iro hasta
reaparecer por Roche. Más de 18.000 espátulas, la gran mayoría de la
población de Europa, eligen la vía de vuelo del Atlántico Este para
cruzar por la playa de La Barrosa hacia el continente africano. En gran
parte, proceden del Mar de Wadden, en Holanda, pero cada vez más hay un
mayor porcentaje que anida en las marismas del Golfo de Cádiz, desde
Doñana a la Bahía de Cádiz.
La
espátula (Platalea leucorodia) es ya una marca para La Barrosa, una
seña de identidad para Chiclana. Esta imagen de finales de agosto, de
septiembre, incluso de las primeras semanas de octubre, con cientos de
espátulas cruzando cada mañana la playa en su migración hacia
Mauritania, hacia Senegal, es ya parte del paisaje de La Barrosa.
En el punto de observación del proyecto "Limes
Platalea" en la Torre del Puerco, la Sociedad Gaditana de Historia
Natural moviliza cada mañana a un grupo de voluntarios -en total, suman
entre 40 y 50 todos los años- para realizar con sus prismáticos las
labores de seguimiento de los bandos. Hay días que ha llegado a contar
cuatrocientas, quinientas espátulas. Incluso, no pocas veces cada
temporada, suman más de mil. Las ven venir desde el pinar de Sancti
Petri, sobre el castillo de vez en cuando. Algunos bandos siguen la
orilla, otros vuelan cerca de la costa.
Todos pasan ante la torre del Puerco -algunos la
sobrevuelan a muy baja altura- y comienzan a alejarse mar adentro.
Bandos que vuelan a veces en flecha -como los que cruzaron el
Retortillo-, otros que lo hacen alineados en un único frente con las
espátulas casi tocándose las alas, otros en las que prefieren ir detrás
una de otras metódicamente, incluso raramente hay bandos con espátulas
que vuelan debajo una de otras formando una línea vertical. Y, por
supuesto, bandos que con muchos pollos se dejan a veces llevar por la
anarquía hasta que algún adulto asume el liderazgo.
Cuando el levante aprieta, el proyecto "Limes
Platalea" prefiere trasladar hasta el primer mirador del pinar de Costa
Sancti Petri, pocos metros después de Torre Bermeja, su punto de
observación. Con levante, las espátulas siguen cruzando hacia África.
Javier y Paco saben que prefieren el viento de costado. Les vale el
levante, aunque prefieren el poniente. Nunca atraviesan al continente
africano con el viento del sur de frente, y apenas lo hacen con el norte
dándole de cola. Javier Ruiz, junto a Paco Hortas, son coordinadores e
investigadores del proyecto "Limes Platalea". Hablan de las espátulas
con conocimiento y con devoción. Una especie recuperada, que vuela hasta
España desde los Países Bajos, que entra por el Bidasoa al País Vasco y
que mayoritariamente cruza la península hasta Doñana y la Bahía de
Cádiz, aunque hay un veinte por ciento, aproximadamente, que prefiere
seguir la costa portuguesa. Todas llegan al corredor migratorio La
Barrosa-Cabo Roche en estas semanas.
Un hermoso fenómeno natural que no se da en ningún
otro lugar de Europa occidental, y que es la última gran migración
descubierta, de un gran vertebrado. Hasta hace siete años, hasta el
descubrimiento de la Sociedad Gaditana de Historia Natural, nadie podía
describir el itinerario de la espátula hacia su invernada en África.
Javier, de nuevo en el mirador de la Torre del
Puerco, sigue el rastro de un bando de espátulas que vuela tan bajo, tan
cerca del agua, que a veces cuesta detectarlo porque se confunde con la
marejada.
En el proyecto "Limes Platalea" lo han bautizado como
"espumadoras", como se llamaba a los bajeles -embarcaciones de las
sutiles- de un solo mástil de los corsarios berberiscos que asolaban
estas mismas costas. Con el telescopio ha visto cruzar un barco que le
ha llamado la atención. Parece uno más de los que se dirige al puerto de
Sancti Petri, pero no lo es: es una lancha con medio centenar de
inmigrantes que se dirige directamente a las rocas de Torre Bermeja.
Espátulas "espumadoras". Autor: José Antonio Misea
Y se da cuenta de la paradoja entre la playa llena de
bañistas y los subsaharianos que desembarcan entre el acantilado sin
saber hacia dónde correr. Y sobre todo de la similitud entre la
migración hacia Senegal y Mauritania de las espátulas y esa otra
migración que desde el norte de África cruza hacia estas mismas costas
de Europa jugándose la vida, también hacia una vida mejor.
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