Articulo publicado en el periódico de Chiclana el día 10 de agosto de 2017
Entre la fauna asociada al río Iro sobresalen las espátulas que
siguen su cauce durante la migración a África y las nutrias que descienden por
sus aguas hacia la marisma, pero también en su cuenca acogió al lobo o al torillo,
ave ya extinta hace poco más de una década.
IRO XXI | Chiclana
El río Iro pone en comunicación las marismas más agrestes de la
Bahía de Cádiz –las últimas en transformarse en salinas, allá por 1850– con lo
que antiguamente se llamaba la “salvajina” de las sierrezuelas de “Bejer et de
Medina” y los arroyos que le son tributarios, como la Cueva, el Palmetín y el
Salado.Todos los brazos de agua son, como el río Iro, vías de comunicación para
los animales. Más allá de la sobresaliente avifauna del Parque Natural de la
Bahía de Cádiz que habita también el río hacia su desembocadura en el caño de
Sancti Petri, destaca el paso migratorio de la espátula (Platalea leucorodia). Gracias al proyecto “Limes Platalea” de la
Sociedad Gaditana de Historia Natural, se ha convertido en la gran protagonista
del turismo ornitológico en Chiclana. Entre la playa deLa Barrosa y cabo Roche atraviesan
entre julio y octubre hacia África entre 10.000 y 15.000 espátulas, prácticamente
la totalidad de la población de Europa occidental (más específicamente, la de
la vía de vuelo del Atlántico Este), mayoritariamente procedente de los Países
Bajos, pero también de Bélgica, Alemania o Gran Bretaña. Sin embargo, hay una
parte de estas espátulas que mantienen una extraordinaria vinculación con el
río Iro, ya que siguen su curso hacia el interior y cruzan por el Faro de Roche,
aproximadamente desde la desembocadura del río del mismo nombre, en su vuelo
hacia Mauritania y Senegal.
“Sí hemos visto que el río Iro es una vía secundaria de las
espátulas sedimentadas en la Bahía de Cádiz –explica Javier Ruiz, uno de los
coordinadores del proyecto “Limes Platalea”–. Muchas de las espátulas llegan al
anochecer y se suelen concentrar en las salinas La Matilde y Rubial grande, entre
San Fernando y Chiclana, que son vecinas de un antiguo caño que se hizo luego
estero y que se conoce como Los Hermanos”. Ese viejo caño cerrado como estero
conserva en medio unas grandes islas, toruños, que utilizan muchas aves para
descansar. Entre ellas, espátulas que llegan del norte en plena migración al
atardecer. Se quedan ahí durante la noche y al amanecer sobrevuelan el caño de
Sancti Petri y enfilan la playa de La Barrosa. “Pero algunas, en vez de hacer
eso –revela Javier Ruiz–, cogen altura y enfilan el curso del río Iro hacia el
interior atravesando el núcleo urbano de Chiclana y cuando ya ven la Laguna de
la Paja se dirigen hacia los pinares del Colorado y siguen la cuenca del río
Roche hacia África”.
Hay otro aspecto de la cuenca del río Iro que nos interesa. Por
ejemplo, la Dehesa Boyal, con su gran palmital. En él habitaba una ave desaparecida
en los últimos lustros, y que se conocía como el fantasma del palmital, y que
era el torillo (Turnix sylvatica).
Parecía una codorniz, pero era de la
familia de las grullas. En la Dehesa Boyal es donde probablemente se le escuchó
cantar por última vez en Andalucía, canto que parecía, por cierto, un mugido
lejano, de ahí su nombre. Ese Torillo vivía en territorios tributarios del río
Iro.
Otra peculiaridad del río Iro es que se comporta durante el
invierno como zona de inclusión también de mamíferos como la nutria (Lutralutra).Las nutrias son uno de los
mustélidos que habitualmente viven en agua dulce, pero además pueden
perfectamente hacerlo en agua salada. Eso sucede en la Bahía de Cádiz y también
en el Cantábrico, con ríos de cauce muy corto, pero caudalosos, que usan las
nutrias para salir al mar y comer peces. Es lo que ocurre en el río Iro, que usan
las avenidas invernales para llegar a los esteros de la Bahía de Cádiz donde se
alimentan de cangrejos, lisas o doradas.“Los viejos salineros cuentan
precisamente esto, cómo por las noches las nutrias bajaban. Era un animal
habitual de ver. Ahora mucho menos, pero aún bajan por el río Iro”, añade también
Javier Ruiz.
Como sucedía con los lobos. El lobo (Canis lupus signatus) azotó Chiclana hasta bien entrado el siglo
XIX. De hecho, durante la Guerra de la Independencia, en 1813, en el diario “El
Redactor General” apareció la siguiente noticia: “Una plaga de lobos
hambrientos infesta la campiña de esta provincia […], siendo un hecho constante
que llegan hasta las mismas casas de Chiclana, Puerto Real y otros pueblos de
la comarca, en cuyos territorios nunca o raras veces se vieron tales fieras”.Eso
tenía una explicación por el monte bravío. La abundancia de lobos en el bosque
de alcornoques, acebuches, de pinos, venía de largo. En 1705-1706, en su “Viaje
por Andalucía”, Jean Baptiste Labat se quejaba de la enorme abundancia de lobos
en los pinares de Conil y Vejer. Son también las del Iro, las vecinas tierras
de “El lanchar”, un famoso cazadero ya descrito entre 1340-1350 en el “Libro de
la Montería” de Alfonso XI, conservándose desde entonces el nombre del lugar. Los
últimos lobos en la provincia de Cádiz fueron cazados a principios del siglo
XX.
¿SABÍAS QUÉ?
1. Las formaciones de los bandos de espátulas son variadas,
adoptan hermosas formas, vuelan sobre la arena de la playa o casi tocan el
mar... Los bandos lo componen desde pocos individuos hasta cerca de doscientos.
2. El proyecto “Limes Platalea” tiene en la Torre del Puerco un
observatorio permanente. Hasta finales de octubre, pasan espátulas durante todo
el día, especialmente entre las diez de la mañana y la una de la tarde.
3. Entre la avifauna que anida en las marismas y salinas de
Chiclana destacan, por número, siete especies, que son, como los llamamos aquí:
el gallagolito (chorlitejo patinegro), el charrán (charrancito), el zancúo
(cigüeñuela), el dominico (avoceta) el alcatrán (gaviota patiamarilla) y, la
más carismática de todas, el palitroque o paleto (espátula común).
4. Tan importante el río Iro como lo son los cercanos terrenos
tributarios de la laguna de Jeli, de la Paja, de Montellano o la de Santa Cruz,
cerca al Pago del Humo, que ya desapareció, pero que de vez en cuando con las
lluvias se forma y recibe el nombre de “laguna de Rodeo”. Son sitios soberbios
desde el punto de vista de la avifauna.
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