El término de origen alemán con
el que encabezamos este post, y con el que los etólogos definen la inquietud o ansiedad migratoria previa al viaje, bien se le podría aplicar
tanto a las espátulas como a nosotros mismos. Las primeras y desde semanas
atrás, alimentándose con fruición y agrupándose por miles en los humedales de
las marismas del Guadalquivir. Los segundos apostados largas horas de sol a
sol, y esperándolas pacientemente –a veces no tanto- en las atalayas de censo. Pero por fin, desde este
pasado domingo 18 de agosto, podemos decir que la migración ha empezado por
derecho. Y ha sido con uno de esos “espectáculos” que en forma de “oleadas” solo
las espátulas del “corredor playa de La Barrosa-Cabo Roche” pueden dar…
Ya sabéis que esta campaña Limes
2013 hemos comenzado el trabajo de campo el 20 de julio, a diferencia del 2012,
en que lo hicimos el 15 de agosto. Así, hemos podido acercarnos a conocer cómo
son los prolegómenos de esta apasionante migración. Y pese a que este verano
estamos sufriendo un persistente viento de levante, en un lento pero paulatino
goteo de bandos hemos podido sumar casi un millar de aves. Si tenemos que
caracterizar los bandos de este período, diríamos que generalmente han sido pequeños
y volando altas (+ 100 m.) para lo que aquí acostumbramos. Esto último nos está
sorprendiendo, pero es posible que responda a persistencia desde hace 2 meses, de
los mencionados vientos del Este.
También están siendo muy “difíciles de ver”, pero esto será en breve, objeto
específico de un pequeño ensayo sobre la “detectabilidad” de estas aves en esta
zona de estudio y que aportaremos a la ornitología descriptiva de esta especie.
Pero volviendo a lo esencial de
este post, deciros que ayer desde Torre Bermeja, Torre del Puerco y Cabo Roche
asistimos a uno de esos singulares espectáculos que el fenómeno de la migración
de las aves puede dar. Y darnos cuenta que el atávico instinto de la migración
hace que a las espátulas le otorguemos un nuevo calificativo antropomorfo; los
de valientes y esforzadas –recordad otros aplicados en la campaña 2012, tales
como “indecisas”-
No esperábamos el domingo un gran
“paso”. De hecho, la predicción de vientos de levante con fuerza Beaufort 3-5
(hasta 7 en el Estrecho de Gibraltar) no nos resultaba ni esperanzadora ni
auguraba un estancia cómoda en la siempre ventosa Torre del Puerco. Pero una
vez más, las espátulas fueron puntuales a su hora –alrededor de las 10:00 a.m-,
a partir de ahí, asistimos a la lucha de un instinto y una tremenda obcecación
contra la enorme fuerza del viento. Zarandeados fuertemente por el viento y
pendientes de sujetar bien nuestros tambaleantes telescopios, vimos muy evidentemente
que el “modelado genético” de ese instinto migratorio en la evolución de la
espátula, sea también fruto del levante y la orogenia del Estrecho…
A lo largo de casi 4 horas
pudimos ver como sucesiones de bandos de espátulas salían de la Bahía de Cádiz
o provenían desde el norte por su fachada atlántica, enfrentándose a unos cada
vez más encajonados vientos en las cercanías de Cabo Roche y Cabo Espartel. Las
aves, firmemente decididas a marchar, optaban por modificar continuamente su
formación en un intento de optimizarla y del caos, pasaban a formaciones tan
dinámicas como breves. También ganaban y perdían altura en su búsqueda de menor
esfuerzo. De hecho, hasta casi 20 minutos tardaban en recorrer los escasos 6
Km. entre Torre Bermeja y Torre del Puerco. Y era curioso ver que el relevo en
la punta de la formación era muy, muy frecuente. Si la lucha por migrar al sur,
en esos cientos de aves que pudimos sumar, tiene un balance energético positivo
a la larga, es un misterio a resolver. Y soñamos algún día poder entender las
diferentes variables que determinan que en determinados momentos existan las
características “oleadas de espátulas”. No olvidamos su papel como especie
“bandera” en la conservación de los humedales.
Algo más. El pasado verano
asistimos a unos pocos “retornos”, entendiendo como tales a las aves que
abandonando su formación, abortan el “salto” a África para adentrarse en la
Bahía de Cádiz. Ayer y hoy, también con vientos de levante, han sido muy
numerosos. Y pese a que normalmente son de muy pocas aves, generalmente jóvenes
y una docena de individuos a lo sumo, hemos observado la vuelta de un compacto
bando de 37 espátulas.
Reiteradamente decimos, que ver
espátulas en su “salto” hacia África no se parece en nada, a lo que en otras
zonas con presencia de ellas podemos ver. Aunque hoy hemos comenzado el rodaje
de la “promo” de un documental en HD, no dejaremos de invitaros a que la
disfrutéis por sí mismos. Desde ya, comienza lo “medular” de la migración.
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