miércoles, 14 de agosto de 2013

“Fino Palitroque”, el vino de las espátulas



No podemos evitar entender que el leitmotiv de nuestro proyecto es un acontecimiento siempre a celebrar. La fortuna de descubrir una migración es algo muy singular. Más, en la provincia de Cádiz, el territorio más estudiado por la Ciencia que se ocupa de las migraciones de aves. Por ende, también la más visitada hoy en día por los que se interesan por ellas.

Por otro lado, es muy conocida la histórica vinculación de bodegueros jerezanos y sanluqueños con la ornitología española desde finales del siglo XIX. Y esta, también tuvo en sus albores connotaciones chiclaneras. Más concretamente con la playa de La Barrosa como alguna vez hemos contado al hablar de W. H. Riddell y su esposa Violet Buck. Recordando estos hechos, nos gusta citar que ya Rafael Alberti, el “poeta de la sal” de la Bahía de Cádiz decía que el vino de Chiclana “es el mejor del mundo”. También recordar que en su día, estos vinos fueron exportados a Flandes, el “otro país de las espátulas europeas”…

Con todo, la bodega Miguel Guerra, una de las más afamadas de la localidad,  ha querido aprovechar sabiamente esos antecedentes con la deliciosa casualidad de que sus caldos más reconocidos, tienen nombres relacionados con la madera. No en vano, su fundador allá en los años 30 del siglo XX, tenía un almacén de leña que compartía espacio con botas de vino. Así, encontramos marcas como “Astilla”, “Tarugo” y en particular “Palillo”-el más famoso de todos-. Eran los palillos, una manera local de llamar a los “rodrigones” (ramas de pino, producto de las podas, que una ver desprovistas de otras ramas menores, eran aguzadas en uno de sus extremos con el objeto de que al clavarlas en la tierra, mantuviesen enhiestas a las viñas). Como podéis ver, hay fonéticamente una gran similitud entre “palillo” y “palitroque” (vernáculo de la espátula). A esta concreta casualidad nos referíamos. El caso es que Juan M. Guerra, sexta generación de la bodega, ha querido honrarnos con una “saca” especial de su mejor vino y así, en todas las mejores ocasiones alrededor del proyecto Limes Platalea, “regar” convenientemente la celebración o bien servir como el mejor presente con el que obsequiar a los que nos visitan. Las espátulas y los vinos chiclaneros hacen un tándem como embajadores particularmente muy efectivo.

Adjuntamos los dos modelos de contraetiqueta que se están utilizando. Están diseñadas por Iván del Río, utilizando dibujos de Rafael García y María José Morales.

 




 
No queremos dejar de agradecer públicamente la gran generosidad de Juan M. Guerra y su familia. 
Y pronto esperamos “ver volar” a nuestras espátulas sobre los catavinos en la mano de muchos más amigos del Limes. ¡Os esperamos¡ y ¡Salud¡

No hay comentarios:

Publicar un comentario