No podemos evitar entender que el
leitmotiv de nuestro proyecto es un acontecimiento siempre a celebrar. La
fortuna de descubrir una migración es algo muy singular. Más, en la provincia
de Cádiz, el territorio más estudiado por la Ciencia que se ocupa de las
migraciones de aves. Por ende, también la más visitada hoy en día por los que
se interesan por ellas.
Por otro lado, es muy conocida la
histórica vinculación de bodegueros jerezanos y sanluqueños con la ornitología
española desde finales del siglo XIX. Y esta, también tuvo en sus albores connotaciones
chiclaneras. Más concretamente con la playa de La Barrosa como alguna vez hemos
contado al hablar de W. H. Riddell y su esposa Violet Buck. Recordando estos hechos,
nos gusta citar que ya Rafael Alberti, el “poeta de la sal” de la Bahía de
Cádiz decía que el vino de Chiclana “es el mejor del mundo”. También recordar que
en su día, estos vinos fueron exportados a Flandes, el “otro país de las
espátulas europeas”…
Con todo, la bodega Miguel
Guerra, una de las más afamadas de la localidad, ha querido aprovechar sabiamente esos
antecedentes con la deliciosa casualidad de que sus caldos más reconocidos,
tienen nombres relacionados con la madera. No en vano, su fundador allá en los
años 30 del siglo XX, tenía un almacén de leña que compartía espacio con botas
de vino. Así, encontramos marcas como “Astilla”, “Tarugo” y en particular
“Palillo”-el más famoso de todos-. Eran los palillos, una manera local de
llamar a los “rodrigones” (ramas de pino, producto de las podas, que una ver
desprovistas de otras ramas menores, eran aguzadas en uno de sus extremos con
el objeto de que al clavarlas en la tierra, mantuviesen enhiestas a las viñas).
Como podéis ver, hay fonéticamente una gran similitud entre “palillo” y
“palitroque” (vernáculo de la espátula). A esta concreta casualidad nos
referíamos. El caso es que Juan M. Guerra, sexta generación de la bodega, ha
querido honrarnos con una “saca” especial de su mejor vino y así, en todas las
mejores ocasiones alrededor del proyecto Limes Platalea, “regar”
convenientemente la celebración o bien servir como el mejor presente con el que
obsequiar a los que nos visitan. Las espátulas y los vinos chiclaneros hacen un
tándem como embajadores particularmente muy efectivo.
Adjuntamos los dos modelos de
contraetiqueta que se están utilizando. Están diseñadas por Iván del Río,
utilizando dibujos de Rafael García y María José Morales.
No queremos dejar de agradecer públicamente
la gran generosidad de Juan M. Guerra y su familia.
Y pronto
esperamos “ver volar” a nuestras espátulas sobre los catavinos en la mano de
muchos más amigos del Limes. ¡Os esperamos¡ y ¡Salud¡
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