Decía el Prof. Bernis (1916-2003),
en su Diccionario de los nombres vernáculos de la aves (1995), que Félix
de Azara (1742-1821) inventa el vernáculo espátula cuando dice que “le doy este nombre por su
pico” al referirse a la especie americana, cuando escribe su Apuntamientos para la Historia Natural de
los Páxaros del Paraguay y Río de la
Plata. (1805) Al tiempo “protesta” y critica al Conde de Buffon (1707-1788)
por no distinguir la “rosada” especie americana ,de la “blanca” europea.
Y tan convencidos estamos en el Proyecto Limes Platalea, de que estamos
asistiendo a la recuperación de un desconocido fenómeno natural “tan antiguo”,
que en base a diferentes y razonadas especulaciones históricas, no creemos
poder encontrar suficiente número de parejas nidificantes de espátulas en
España, al menos hasta el siglo el siglo XVIII, como para que nuestros
antecesores en estas tierras pudiesen haber sido testigos de lo que hoy vemos
en la playa de La Barrosa y Cabo Roche. ¿Y como las llamaban en aquel entonces
los habitantes del lugar?
Detalle del pico de una espátula adulta de frente donde se puede ver los detalles de los dibujos
Detalle del pico de una espátula adulta de perfil donde se puede ver el relieve de los bordes
En este punto, hace unos días, un
magnífico naturalista gaditano, José Manuel Amarillo, nos regalaba una cita donde
aparece el vernáculo palitoque. Se trata de la obra de
Antonio Ponz (1725-1792) Viage
de España, o Cartas en que se da noticia de las cosas mas
apreciables y dignas de saberse, que hay en ella (1772-1794) –último volumen póstumo dedicado a Cádiz-. Vemos que ya eran
conocidas las Paxareras y sus “extraños”-según el abate Ponz- palitoques.
Curiosamente, localizadas entonces en álamos y no sobre los hoy varias veces
centenarios y célebres alcornoques, y
que constituyen parte del imaginario colectivo que tenemos todos de
Doñana.
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Espátulas nidificando en sauces. Doñana |
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Espátulas haciendo nidos en álamos. Doñana |
¿Pero y antes? Pues bien,
encontramos el sugerente y olvidado vernáculo medieval castellano de Averramia.
Y aquí la imaginación nos hacer pensar en miles de “aves de las ramas” en las desiertas marismas y lagunas de los
territorios fronteros entre los cristianos y moros del Valle del Guadalquivir,
durante los siglos que aquí duró la Reconquista.
Para dejar hablar a otros con
mayor propiedad que nosotros y sobre el vernáculo Averramia, os remitimos al
suculento texto dedicado a las “Aves Olvidadas” por el “Raitán de Biblioteca”,
donde con detalle, se ocupan de ello. Seguro lo disfrutáis.
Y siendo coherentes y con la
convicción de que en este corredor migratorio estamos asistiendo a una
migración literalmente “inmemorial”, a partir de ahora seguro que nos
ilusionará decir, un tanto ranciamente;“vamos
a contar palitoques…vamos a ver
pasar averramias”.
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